martes, 1 de enero de 2008

Amigo invisible

Una espesa niebla se adueñó de la ciudad apenas sonaron las campanadas y un frío mordiente cortaba la cara. Cumplimos con el ritual del año que finaliza y el siguiente que se nos presenta despacico, segundo a segundo, repleto de júbilo y promesas. Y al día siguiente o mejor dicho, en una basta prolongación de las mismas campanadas que nos hicieron felices, el temor de incumplir promesas, el temor de un ¿qué pasará este año?. El miedo a que el frágil equilibrio de la vida que construimos, se rompa este año. Es el mismo miedo de muchos años, es el pánico a que algo o alguien nos deje al descubierto, desnudos con lo que somos y descubramos que no es suficiente para resistir los vientos frios de la vida. A veces, echo en falta un Dios cercano y lo suficientemente humano para confiarle mis esperanzas, mis fracasos y mi presente, a veces penoso, a veces vital, armonioso y otras caótico...... Quizás por esa orfandad divina aprendí a comprender la naturaleza de la Vida y aceptar que, al igual que para resolver las ecuaciones matemáticas se descomponen los números a su forma más elemental, todo en nosotros mismos se comprende mejor si lo descomponemos en unidades simples e interpretamos nuestro mundo y el de los demás, de la misma manera.
Y es por eso que, en esta mañana fría del primer día de un nuevo año lleno de incertidumbres y que, entre todos tendremos que construir uniendo unidades elementales de nosotros mismos, ofrezco a quien quiera hacer uso de ella, mi sencilla humanidad si le sirve, para que edifique su propio futuro. De esta manera, sabiendo que es feliz o infeliz, afortunado o desdichado, formaré parte de algo más grande que mi propia existencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sencillamente divino. La vida debe ser como tú dices más sencilla de lo que parece. Hay que "descomponer" en pequeñas parcelas lo que nos depara para poder hacer frente a todo. Quizá yo no he sabido. Me hiperprotegieron de chica y ahora me vino grande lo que me ha tocado pasar. Un beso muy muy grande, Mary Paz Ramos.